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La Tecnología y el Reto de la Formación en las PYMES Portuguesas

La Tecnología y el Reto de la Formación en las PYMES Portuguesas

Pedro Costa Santos, Director de Marketing y Ventas – Cofundador de Learninghubz

La legislación laboral portuguesa establece con claridad que todas las empresas deben garantizar un mínimo de 40 horas de formación al año por empleado. Sobre el papel, parece algo sencillo. Pero quienes trabajan de cerca con pequeñas y medianas empresas saben que, en la práctica, cumplir con esta obligación puede ser todo un desafío.

Aunque la norma es transversal y se aplica sin distinción de sector o tamaño de empresa, lo cierto es que para muchas PYMES supone un esfuerzo importante. No se trata de falta de interés, ni de falta de voluntad. El problema suele estar en la falta de recursos—tanto financieros como humanos—y, muchas veces, en no contar con personal dedicado específicamente a la formación.

La ausencia de responsables de recursos humanos en muchas de estas organizaciones pequeñas hace que las responsabilidades se acumulen en las mismas personas. Lo urgente se impone sobre lo importante, y la formación termina relegada a ese cajón donde guardamos las tareas que vamos aplazando una y otra vez.

A esto se suma el tema del presupuesto. La mayoría de estas empresas operan con márgenes muy ajustados, lo que dificulta el acceso a una formación más “tradicional” o formal, especialmente si es presencial o requiere estructuras más complejas. Además, dedicar tiempo a formar también se percibe, con razón, como una posible pérdida de productividad, lo que termina por reforzar la idea de que formar cuesta demasiado.

Sin embargo, y aquí viene el cambio, los últimos años han traído consigo una revolución tecnológica que ha transformado por completo la forma de trabajar y aprender. Este desarrollo ha abierto un mundo de nuevas oportunidades en el ámbito empresarial, y la formación no se ha quedado al margen. Han surgido una infinidad de soluciones digitales pensadas para el aprendizaje y el desarrollo profesional, y lo mejor es que hoy están al alcance de organizaciones de todos los sectores y tamaños.

Para las PYMES, esta nueva realidad supone una puerta abierta para resolver muchos de los obstáculos que hasta ahora parecían inevitables. La tecnología disponible actualmente no solo permite ofrecer la formación exigida por la ley, sino también poner a disposición de los empleados contenidos realmente relevantes, tanto a nivel individual como colectivo. Desde el punto de vista de quienes gestionan la formación, esto se traduce en una necesidad menor de tiempo y recursos para su planificación e implementación.

Y si hablamos de avances recientes, la Inteligencia Artificial ha añadido un valor incuestionable a todo este proceso. Hoy en día, es posible automatizar la selección, identificación y recomendación de contenidos de forma inteligente. Incluso la creación de cursos y la definición de recorridos formativos personalizados han dejado de ser tareas exclusivas de grandes organizaciones. Están al alcance de cualquier empresa, por pequeña que sea.

La IA no solo agiliza los procesos, también abre nuevas posibilidades. Una de las más potentes es la capacidad de individualizar la oferta formativa. Esto no solo mejora la eficiencia—porque no todos los empleados necesitan aprender lo mismo o al mismo ritmo—sino que también aumenta notablemente la motivación y la implicación de quienes reciben la formación. Cuando uno siente que el contenido le habla directamente, la experiencia cambia por completo.

Para terminar, y a modo de reflexión, estoy convencido de que el acceso generalizado de las PYMES a soluciones digitales de aprendizaje, junto con la adopción de buenas prácticas en este ámbito, contribuirá de forma decisiva a fomentar una verdadera cultura de aprendizaje en el tejido empresarial portugués. Solo así conseguiremos que la formación deje de verse como una obligación legal para pasar a entenderse como una herramienta esencial para el desarrollo del talento y el crecimiento sostenible de las empresas.

Y si llegamos a ese punto, habremos ganado por partida doble: por un lado, estaremos invirtiendo en las personas; por otro, habremos encontrado en la tecnología la solución real para cumplir—sin dramas—con esas 40 horas de formación anual que exige la ley. Año tras año.

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